Es la forma de expresión más efectiva que tienen ya que a lo mejor no han dominado el lenguaje debido a su edad o los conceptos aún le son demasiado complicados para expresarlos de forma verbal.
Aunque yo soy más de la opinión de que el dibujo no se puede analizar sin la presencia del niño y sin preguntarle a él lo que ha reflejado en éste, ya que él podría haber hecho una interpretación completamente diferente a la que nosotros hacemos, pero sí hay elementos en la figura de una persona que refleja con más seguridad (en mi opinión nunca completa) lo que el niño desea expresar:
- La cabeza: simboliza la percepción que el niño tiene de sí mismo y lo que él es capaz de interpretar en el rostro de su madre. Esta última, es la que le ha proporcionado tanto placer como “frustración” y será su guía los primeros años de su vida.
La cabeza gorda indica que hay una cierta tendencia al egocentrismo que resulta positivo hasta la edad de tres años.
Una cabeza pequeña indica un recogimiento sobre sí mismo, donde pueden encontrarse dificultades para relacionarse y cierta timidez. - Los ojos: reflejan la vitalidad y la fuerza que el niño emplea para relacionarse con los demás. Unos ojos grandes pueden revelar agresividad hacia el exterior, unos ojos pequeños pueden revelar miedo y desconfianza a la hora de relacionarse. Puede haber dibujos donde no haya ojos, en este caso no muy habitual, el niño podría expresar que se niega a ver y afrontar la realidad que le rodea. Por último, unos ojos cerrados mostrarían una tendencia al narcisismo o a la coquetería.
- La boca: es la vía de alimentación, tanto real como afectiva (besos). La omisión de la boca en el dibujo puede indicar que está sufriendo debido a que está sufriendo carencias afectivas, que desea recibir más cariño. Una boca cerrada o apenas pintada por una línea fina indica tensiones y desilusiones.
La presencia de hoyuelos en las comisuras de la boca puede mostrar una gran imaginación, despreocupación y un carácter jovial. - Los dientes: simbolizan la ira ya que puede estar relacionado con la necesidad o deseo de morder a alguien o algo que el niño concibe como el responsable de sus preocupaciones.
- La nariz: es un símbolo fálico. La deformación o acentuación excesiva se podrá relacionar con un deseo o miedo referente a la sexualidad. Este elemento está muy presente en la pubertad, y la omisión de éste en esta etapa puede ser normal y expresa el miedo del niño a sus primeros impulsos sexuales.
- Las orejas: pueden estar relacionadas con un deseo o necesidad de escuchar o aprender, ser un signo de curiosidad o un indicio de problema auditivo.
- Las piernas: pueden simbolizar la seguridad del niño. Si son grandes, incluso exageradamente, puede ser un indicio de que necesita crecer, sentirse grande. Si son cortas, puede indicar una rechazo a crecer y un deseo a seguir sintiéndose protegido por el entorno familiar. Si están cruzadas pueden expresar un conflicto sexual o una inhibición.
- Los pies: muestran estabilidad y seguridad. Unos pies pequeños o la ausencia de ellos pueden significar un sentimiento de miedo o de defensa ante el entorno. Por el contrario, unos pies grandes y apoyados en el suelo pueden indicarnos seguridad, solidez de carácter y firmeza.
- Los brazos y manos: son elementos principales de la comunicación ya que permiten el contacto con el exterior. La ausencia de brazos puede tener que ver con un problema relacionado con la sexualidad o con cierta hostilidad por parte de algún miembro de la familia. Esta hostilidad suele venir acompañada de un gran sentimiento de culpabilidad.
Si los brazos están levantados hacia el cielo puede mostrar una petición de ayuda, un deseo de ser cuidado o una demanda de protección. - Las pecas o granos: pueden indicar un lazo fuerte con el entorno familiar, concretamente con la madre.
Estos son algunos de los muchos elementos que se suelen analizar a la hora de interpretar un dibujo infantil. Si queréis leer más sobre esto os recomiendo el libro que he empleado como fuente para escribir este post: “Garabatos. El lenguaje secreto de los niños”. De Evi Crotti y Alberto Magni.